jueves, 18 de abril de 2013

Descubren una fuente de auroras boreales


Hace siglos que se conoce la relación entre las auroras y la actividad solar. 

En la imagen, una hermosa aurora boreal ilumina el cielo sobre el paisaje nevado de Tromsø, en Noruega, un colorido espectáculo que se produce cuando las partículas del viento solar, con carga eléctrica, son canalizadas por las líneas del campo magnético terrestre hasta chocar con los átomos de las capas más altas de nuestra atmósfera. Cuando impactan con átomos de oxígeno se produce un resplandor verde, como el de esta foto. 

A pesar de este conocimiento, los satélites están permitiendo actualmente a los científicos profundizar en los mecanismos físicos que provocan las auroras boreales. 

En concreto, el cuarteto de satélites Clúster de la Agencia Espacial Europea (ESA), está volando en formación en órbita a la Tierra y surcando su entorno magnético para estudiar la conexión entre el Sol y nuestro planeta. 

En un nuevo estudio, Clúster ha analizado unos violentos fenómenos magnéticos conocidos como subtormentas, que provocan variaciones en la corriente de viento solar que colisiona con el escudo magnético de la Tierra: la magnetosfera. 

Durante una subtormenta, la cola de la magnetosfera terrestre se comprime y emite potentes chorros de plasma de alta energía hacia el planeta, a una velocidad que puede alcanzar varios kilómetros por segundo.


Efecto de la meteorología espacial sobre la Tierra 

Este fenómeno ayuda a las partículas de plasma a infiltrarse en las capas superiores de la atmósfera, generando auroras. Estas ráfagas de plasma, conocidas como BBFs (siglas en inglés de ‘bursty bulk flows’), duran muy poco, de 10 a 20 minutos. 

Pero el estudio realizado con Clúster descubrió que, a pesar de su brevedad, las BBFs transportan mucha más energía de la que se pensaba – casi un tercio del total que termina llegando a la Tierra durante una aurora. Hasta ahora se creía que su contribución era algo marginal, apenas un 5%. 

Los nuevos datos demuestran que se había subestimado la importancia de las BBFs, y podrían ayudar a comprender mejor los efectos de la meteorología espacial sobre nuestro planeta. 

La misión Swarm de la ESA, que se lanzará en junio de este año, estudiará en detalle la complejidad del campo magnético de la Tierra y su relación con el Sol.

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