lunes, 28 de enero de 2013

Reconstruyen en 3D el cerebro del primer ampelosaurio de la península ibérica.



Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Universidad de Ohio (EE UU) presenta la reconstrucción en 3D del cerebro del que sería el primer dinosaurio saurópodo representante del género Ampelosaurus identificado en la península Ibérica. 

El fósil del cráneo fue encontrado en el yacimiento de Lo Hueco en Cuenca en 2007 y data de unos 70 millones de años de antigüedad (Cretácico superior), informa SINC. 

“Encontrar el cráneo de un dinosaurio saurópodo en Europa es algo infrecuente y, en este caso, es aún más relevante porque se trata del primero que se describe en el yacimiento de Lo Hueco, en el que se han encontrado restos craneales asociados a esqueletos de estos animales”, explica Francisco Ortega, investigador de la UNED y coautor del estudio. 

En la actualidad solo se conoce una especie de este género descubierta en el sur de Francia, pero los investigadores apuntan que las diferencias entre ambos fósiles no excluyen la posibilidad de que pudiera tratarse de dos especies distintas de titanosaurios.

Fabien Knoll, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC que ha dirigido la investigación, considera que serían necesarios más restos para garantizar que se trate de una nueva especie. El ejemplar se ha clasificado como Ampelosaurus sp., a la espera de su identificación a nivel más especifico. 

Gracias a técnicas de tomografía computarizada, los científicos han creado una imagen 3D del cráneo del dinosaurio y han podido describir tanto su cerebro como su oído. 

Dinosaurio de cerebro pequeño y pocas destrezas 

El ampelosaurio pertenece al grupo de los saurópodos, dinosaurios de gran tamaño que llegaron a colonizar grandes extensiones del planeta durante la Era Mesozóica (hace entre 253 millones de años y 66 millones de años). En concreto, se trata de un titanosaurio, un grupo de herbívoros dominantes en la última mitad del Cretácico (última fase del Mesozoico). Los primeros saurópodos surgieron unos 160 millones de años antes de la aparición del ampelosaurio. No obstante, a pesar de ser el fruto de una larga evolución, el cerebro del ampelosaurio no muestra ningún desarrollo notable. 

En el caso del hallado en Lo Hueco, pudo alcanzar unos 15 metros –un tamaño medio para tratarse de saurópodo–, y pesar alrededor de 8 toneladas. Tanto su cráneo como su cerebro son de muy pequeño tamaño. Asimismo, los científicos encontraron el cráneo del animal muy aplastado, algo que, en un principio, achacaron al peso de los sedimentos. Sin embargo, los análisis posteriores han demostrado que este aplastamiento es en gran parte natural, como ocurre en otros saurópodos. 

Knoll explica: “Este saurio podría haber llegado a medir hasta 15 metros de largo; sin embargo, su cerebro no ocupaba más de ocho centímetros”. Para el investigador del CSIC, “el aumento del tamaño del cerebro no ha sido favorecido durante la evolución de los saurópodos”.


El misterio del oído interno 

Otra de las características halladas en la reconstrucción cerebral del saurio conquense es el pequeño tamaño de su oído interno. Según Knoll, “esto podría indicar que el ampelosaurio no estaría adaptado a mover rápidamente ni los ojos, ni la cabeza, ni el cuello”. 

En enero de 2012, Knoll lideró la investigación para recrear el cerebro de otro saurópodo, Spinophorosaurus nigeriensis. La simulación en 3D de su cerebro reveló que dicho ejemplar, al contrario de lo que ha evidenciado el estudio de la caja craneana de ampelosaurio, presentaba un oído interno muy desarrollado. 

Para el investigador del CSIC, “resulta un misterio que haya tanta diversidad en el desarrollo del oído interno dentro de un grupo tan homogéneo de dinosaurios, por lo que es necesario seguir trabajando en este tema”. 

Un yacimiento entre canales, muy cerca del mar 

Tanto la geología de la zona como la riqueza de fósiles encontrados en el yacimiento conquense, entre los que abundan decenas de especies de plantas, invertebrados y vertebrados, han permitido a los expertos dibujar el escenario en el que habitó el dinosaurio descubierto. 

El viejo continente, en el Cretácico Superior, era un gran archipiélago, formado por numerosas islas. El nivel del mar era muy alto y existían muchos brazos de mar entre las diferentes islas, que se conectaban unas con otras en función del nivel de las aguas. “El paisaje en el que se generó el yacimiento consistía en una zona de canales, situada muy cerca de la costa en ese momento”, afirma Ortega. 

Los investigadores creen que la existencia de eventos catastróficos, como riadas producidas por lluvias torrenciales, pudieron generar los sedimentos que constituyen el yacimiento.

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